🎓 “En un mundo materialista, la Iglesia te cuenta algo totalmente diferente”

Lo que a la gente le gusta del Periodismo son las historias. Y el periodismo religioso tiene una gran historia que contar, de ahí su atractivo. “A la gente le gusta la gente, y el cristianismo es encarnación”. 

Esta es una de las observaciones que el presidente y editor de Aleteia, Jesús Colina, dejó a los estudiantes de Periodismo en una sesión celebrada recientemente.

Desde la perspectiva de la comunicación, la Iglesia irradia el atractivo propio de una institución que “en un mundo materialista, te cuenta una cosa totalmente diferente”. El Papa Francisco ejemplifica a la perfección esta idea: “es una de las pocas personas que cuando habla no se plantea como ganar más dinero, sino cómo humanizar nuestra sociedad”. 

Asimismo, en el interés inmarcesible del público por las historias personales está el futuro del periodista. En un contexto en el que tecnologías como la IA cambiarán el sector de manera radical, es prioritario que el comunicador “se centre en crear una relación con la audiencia. Eso es todo lo que tiene que hacer”. 

A partir de la relación, expuso Colina, “vienen los medios y la financiación”. Y esas relaciones, ese crear comunidad, deriva de contenidos que transpiren humanidad encarnada en personas. “A la gente le gusta la gente. La capacidad de generar encuentros tiene una fuerza comunicativa única”. 

En el caso de la información de signo religioso, la clave para crear comunidad es tocar aquellos aspectos sobre los que la gente se hace preguntas. “El pecado mortal de la comunicación católica es imponer: yo tengo la verdad y vosotros tenéis que escucharla. Y el pecado se convierte en perversión cuando esto sucede entre católicos de distintas sensibilidades” 

En la conferencia, Colina ha compartido con la audiencia su visión del periodismo de temas sociales y religiosos a la luz de su dilatada trayectoria profesional. Ha sido director y fundador de Zenit, corresponsal de Alfa y Omega y colaborador de Avvenire y National Catholic Register.

Todo este bagaje avaló su nombramiento por parte de Benedicto XVI como miembro del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, así como la concesión de diferentes distinciones: el premio Bravo!, que otorga la Conferencia Episcopal Española  y el Servitor Pacis, por su tarea profesional desarrollada en la sede de la ONU en Nueva York.